domingo, 16 de diciembre de 2012

MCMLXXXVII


Solo quiero perderme en tu selva,
ser ese explorador
que nunca regresa.

Encender tus hogueras
en tus noches estivales,
alimentarme del maná de tus piernas.

Dejar mi sudor
en tus tierras más yermas.
Trazar los mapas celestiales
de tus golfos más terrenales.

Despertar con el beso frío
de la mar,
labios viejos y desvencijados
por la sal,
piel curtida al tibio tueste
de algún antiguo y olvidado dios.

Una última mirada,
una primera caricia,
termina la guerra
se extingue la vida,
comienza la paz.

-Gonzalo Gómez Córdoba-


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