domingo, 16 de diciembre de 2012

MCMLXXXVII


Solo quiero perderme en tu selva,
ser ese explorador
que nunca regresa.

Encender tus hogueras
en tus noches estivales,
alimentarme del maná de tus piernas.

Dejar mi sudor
en tus tierras más yermas.
Trazar los mapas celestiales
de tus golfos más terrenales.

Despertar con el beso frío
de la mar,
labios viejos y desvencijados
por la sal,
piel curtida al tibio tueste
de algún antiguo y olvidado dios.

Una última mirada,
una primera caricia,
termina la guerra
se extingue la vida,
comienza la paz.

-Gonzalo Gómez Córdoba-


viernes, 14 de diciembre de 2012

Bambera.


Palmas sordas
para un corazón ciego,
limitado por las aristas
de tus caricias.

Taconeo afilado
para el paseo de tu sonrisa
sobre mi orgullo desvencijado.

Alicatado blindado
para la cuarta batalla
de mi séptima guerra,
en tu regazo amoldado.


-Gonzalo Gómez Córdoba-



miércoles, 28 de noviembre de 2012

Ósmosis.

¿Y qué le hago?
¡Si a cada segundo
cambio de opinión!

Si a cada instante
creo un universo
y  cada dos,
reduzco ciudadelas enteras
a la más grises de las cenizas.

Y no es que tenga
múltiples caras, no,
tan solo  te faltan ojos
para tanta arista.

No soy un artista,
no escribo por tu sonrisa
ni para tu pensamiento,
no me gano la vida
a golpe de poema,
pero vivo gracias a la tinta
respiro tinta, sueño sílabas,
respiro estrofas,
me alimento de poemas.

Y tú…
no hay poema como tú.
Ven y deja que me alimente,
deja que me equivoque
quiero estropearlo.

Dame tu calor y
apacigua el mío.


-Gonzalo Gómez Córdoba-

sábado, 17 de noviembre de 2012

Emmanuel.


No sé qué día naciste,
ni cuándo moriste,
dicen… que trabajabas la madera.

Te imagino en alguna carpintería de adobe ,
paseando tus cálidas y ásperas manos
por una madera recién trabajada
pasándole tu calor,
mirando con satisfacción tu obra.

Y a veces trato de imaginarte
cerca de mí, trato de intuir tu calor
y rezo para que alguna vez
sea digno de tu mirada.

No sé qué día naciste,
ni cuando moriste,
desconozco si en verdad resucitaste.
Pero siempre lucharé por tu mensaje,
siempre portaré tu Luz y Nombre.

-Gonzalo Gómez Córdoba-


domingo, 11 de noviembre de 2012

Estampida.


Cabalga jinete del tiempo
cabalga las palabras,
rasga su voz,
rebobina la vida
y acelera sus latidos.
Bombea hasta el último verso
de mi deseo seco,
y plántame ante ella,
ante su sudor naciente.
Ríndele pleitesía
oh noble jinete,
pues ella domina 
los mares,
inclínate ante ella,
con un te amo,
antes de acariciarla cualquier noche
y nunca olvides,
la marea sube y baja
pero solo yo, 
sé nadar entre sus piernas
solo yo, 
sé zambullirme en su corazón.

-Gonzalo Gómez Córdoba-

Vacío.


Soy la nota al pie
de tus pisadas,
un descosido punteado
por los radicales libres
de tu almohada,
suspirado, de entre la amalgama
de tus palabras.

Nacido del infinito de tus dedos,
muerto en el límite de tus miradas.


-Gonzalo Gómez Córdoba-



sábado, 10 de noviembre de 2012

Amazonas


No quiero mujeres
que finjan hablar como niñas,
no quiero pragmáticas
de autorretrato fácil,
heraldas del multiculturalismo,
sumisas del charol más barato
con perfume de tabaco.

Quiero una amazona
que cabalgando mariposas
conquiste mis reinos,
que con una mirada
escarche mi mundo
y con una caricia
lo reduzca a cenizas.

¡Quiero una mujer!
Que el gallo cante
al nacer de su sonrisa,
que mi mundo sueñe
al compás de sus días,
y que a su lado,
escuche el salvaje cabalgar
de mis bestias más dormidas.

Jaque.


-Gonzalo Gómez Córdoba-

Mamá Wambara


Atrapado en las caderas
de mamá Wambara, 
contemplo un cielo de yeso.
Noto su telaraña húmeda en mi nuca
sus dedos de mejor época
surcan mi cuero,
susurrando en un lenguaje
ancestral, de runas inventadas.
Su piel el más dulce chocolate,
se desvirtúa con el paso de mi lengua.
Y es que jamás una puta,
fue tan princesa.
-Gonzalo Gómez Córdoba-

Rey Polilla

Rosa del desierto,
bañada en cuarzo,
siempre abrazada
por el Rey Sol…

Todas las noches escapas a mi cama
buscando más calor,
desprovista de luz,
sintética, perecedera, fría.

Siempre nos sumergimos
en el mismo cuento,
sin princesa ni príncipes,
solo serpientes cíclopes
y montañas encantadas.

Un cuento sin final,
no es cuento sino maldición.
Rosa del desierto,
bañada en cuarzo,
cuida tu espalda,
que el Rey Polilla
no abraza sino araña.


-Gonzalo Gómez Córdoba-