martes, 3 de diciembre de 2013

Traslado.

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domingo, 25 de agosto de 2013

Magno.

¿Recuerdas cuándo
éramos inmortales?

Ni las noches más largas
ni  los días más cortos nos pesaban.

Yacíamos incombustibles,
cabalgando tormentas
bañándonos en lluvia virgen,
aquella que no llegaba a rozar suelo,
la que no se daba de bruces
contra los sueños rotos
con los que se construyeron esta ciudad.

¿Recuerdas?
La luna nos atestiguaba
y todos nos avisaban,
pero nadie les escuchó.

-Gonzalo Gómez Córdoba-


viernes, 5 de julio de 2013

Berenice.

Pinceles incandescentes firman
el retrato del deseo,
tus dedos húmedos
bañan mis labios 
en la más sucia de las policromías
y mi lengua, versada en mil poemas,
se alza suplicando tu roce.

¡Átame a tus manos!
domina mi ser,
sé la bestia de fuego
que yace en mis sábanas.

Cabalga una noche más
hasta el éxtasis que escondemos
junto a las puertas de la locura.


-Gonzalo Gómez Córdoba-





viernes, 26 de abril de 2013

Αντιόχεια


Aquí plantado en la orilla,
aferrado  a la fría humedad
contemplo el agua alejarse.

Y yo me pregunto si alguna vez
volverás a mojar mi piel.

-Gonzalo Gómez Cordoba-





sábado, 13 de abril de 2013

Cisma.


Desgarra desde adentro
torna en jirones mi piel,
enzarza y estrangula
mis arterias mayores.

Escala el puro ego,
decae el deseo,
brota salvaje el Verso.

Somos fieles al Verbo
con Él urdimos el futuro,
tapamos el pasado
y tratamos de atar el presente.

Él es la llave de la eternidad
olvidémonos del cielo,
que arda la tierra
y se pudra el infierno.

No viviremos en promesas
de ajados profetas,
pues hoy comienza el éxodo
hacia tus caderas
y sabe Dios que alcanzaré
el maná bendito que solo
tras cuarenta noches,
brota sin mácula de tus labios.

-Gonzalo Gómez Córdoba-



lunes, 8 de abril de 2013

Ceniza y fuego.


Somos esclavos de nuestros zapatos.

En inercia constante,
luchamos por dejar huella
en los humedales del olvido.

Que espere la eternidad
que perezca lo vivido.


-Gonzalo Gómez Córdoba-



domingo, 6 de enero de 2013

Luciérnaga.


Que tu luz me guíe
y mi oscuridad te divierta.

No hay mayor amor
que el soñado,
ni peor verdad
que la pospuesta.

Tú y yo.
No necesitamos de una estación.
No es necesaria ninguna mano
al viento del adiós.

Guárdate las caricias
como yo me guardo las ganas.

Olvídate de mí,
usa el mismo ímpetu
con el que gravé tu nombre
en aquel guijarro olvidado
del viejo que quería ser niño.

Que tu luz me recuerde,
que mi oscuridad te olvide.


-Gonzalo Gómez Córdoba-