¿Recuerdas cuándo
éramos inmortales?
Ni las
noches más largas
ni los días más cortos nos pesaban.
Yacíamos
incombustibles,
cabalgando tormentas
bañándonos
en lluvia virgen,
aquella que
no llegaba a rozar suelo,
la que no se
daba de bruces
contra los
sueños rotos
con los que
se construyeron esta ciudad.
¿Recuerdas?
La luna nos
atestiguaba
y todos nos
avisaban,
pero nadie
les escuchó.
-Gonzalo Gómez Córdoba-