Pinceles
incandescentes firman
el retrato
del deseo,
tus dedos
húmedos
bañan mis
labios
en la más
sucia de las policromías
y mi lengua,
versada en mil poemas,
se alza
suplicando tu roce.
¡Átame a tus
manos!
domina mi
ser,
sé la bestia
de fuego
que yace en
mis sábanas.
Cabalga una
noche más
hasta el
éxtasis que escondemos
junto a las
puertas de la locura.
-Gonzalo
Gómez Córdoba-
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