Palmas
sordas
para un
corazón ciego,
limitado
por las aristas
de tus
caricias.
Taconeo
afilado
para el
paseo de tu sonrisa
sobre mi
orgullo desvencijado.
Alicatado blindado
para la cuarta batalla
de mi séptima guerra,
en tu regazo amoldado.
-Gonzalo Gómez Córdoba-
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